Sasamón entra en la Historia, saliendo de la nebulosa de la Prehistoria con la llegada del Imperio Romano a estas mesetas, habitada con la llegada del Imperio Romano a esta meseta, habitada entonces por pueblos de difícil localización y definición. Los romanos hallaron un poblamiento, cuyo nombre mantuvieron y que es el mismo con el que hoy es conocida la villa, salvada la normal evolución filológica. Los romanos hallaron en Sasamón y en sus pobladores elementos de tal valía que bajo su administración fue cabeza, nudo de caminos, mansión de la vía Aquitana Tarraconense, punto de acampamiento y, en su momento, base y asentamiento del mismo emperador Augusto. Es evidente que en esta apreciación de Roma estriba la brillantez posterior de la villa. Roma implantó aquí, con evidente beneficio para las gentes autóctonas, su lengua, su derecho, su religión (primero politeísta y luego cristiana), su ingeniería y su arte militar.
Tras el paréntesis visigodo (pueblo también presente en Sasamón) en toda esta comarca sucede la gloriosa y definitiva castellanización. Los condes Nuño Núñez y Diego Rodríguez continúan por estas llanadas del Odra y sus afluentes, la obra de liberación y colonización que iniciara el conde Rodrigo al conquistar la ciudad de Amaya Patricia en el año 860. Veinte años más tarde, la recuperación de la gran fortaleza de Castrogeriz y la fundación de Villadiego (880) propician la restauración total de la villa de Sasamón. Los nuevos pobladores son castellanos netos, forjados en los conceptos de igualdad, justicia, religión y amor a la tierra que caracteriza a los primeros pobladores de Castilla. Sasamón queda insertada en la Castilla de los Condes y permanecerá invariable en las diversas dinastías de Reyes y en los tipos de administración que cada tiempo imponga: concejo, behetría, merindad, corregimiento, etc. Todas las tendencias socio-políticas y culturales de Castilla reflejan en Sasamón (tres puertas, plaza, mercados, cofradías, hidalguía, etc). Basta asomarse a la llanura del Odra para descubrir un elemento que resultó substancial durante un milenio, y aún más, como en el caso de Sasamón, en la vida de las gentes que han habitado estos inmensos pagos: la Fe cristiana, expresada en los monumentos, aunque sí a Sasamón, cuya mole eclesial se capta de inmediato y con preferencia.
Desde el Bajo Imperio, en el que ya se detecta el cristianismo en Sasamón, hasta hoy, los vecinos de la villa han tratado de vivir de acuerdo con la norma cristiana y ésta ha impregnado su vida, trabajos, diversiones y muerte. Las campanas regulaban la jornada y hasta el régimen de los rebaños; las cofradías varias y nutridas; la legión incontable de hijas e hijos de la Villa que han ingresado en el monacato y en Ordenes Religiosas para servir a los enfermos, a la enseñanza, a las misiones; las costumbres piadosas; la guarda de los preceptos de la Iglesia y el sostenimiento de la misma. Pero en el siglo XIII el cristianismo alcanza en Sasamón fervores magníficos con la construcción de la iglesia de Santa María y la creación de una sede episcopal cuyos titulares nos son perfectamente conocidos. Estos dos datos son definitivos para calibrar la hondura y reciedumbre de la Fe cristiana de la villa. Fe que de alguna manera se ha de expresar en el blasón. En el ancho campo de la cultura, Sasamón dice su propia palabra de Arte. Hoy por Hoy, el principal patrimonio de muchos de nuestros pueblos, y esta villa no es una excepción, son tesoros artísticos.